24 abr 2015

Cómo convertirse en el marido perfecto (5)



Anteriormente, en "el hombre perfecto"


- ¡¡¡Viernes, viernes, viernes…Por fin!!!
- Noooo…¡¡¡Pelusas!!! ¡¡¡nos atacan las pelusas!!!!!
- ¡¡¡Utiliza la fuerza!!!
- ¡¡¡No sé dónde encontrarla!!!
- La encontrarás… en la aspiradora….

- Nunca tuviste un detalle conmigo…
- Te compré lo que necesitabas…
- Necesito ayuda y comprensión, ¡NO APARATITOS!

- ¡Cariño! Se nos reproducen los electrodomésticos…
- ¡Calla! Y pon la lavadora
- Pero, pero… No sé. Hay infinidad de colores aquí…
- Yo, ya no puedo seguir haciendo esto sola… O cambias… … … o esto se HA ACABADO!!!!

En la actualidad





En algún lugar de la Península Ibérica

Día: Charli
Hora: Zulú Eco

Se escuchó cómo alguien abría la puerta. El ruido hacía pensar que quien llegaba lo hacía sin preocupaciones (vamos, como todos los días). Era él. Al entrar vio a su mujer que en esos momentos cruzaba hacia el fondo de la casa. El la miró, pero bien mirada, y sólo pensaba en lo guapa que iba. Estaba como en una cena de gala, maquillaje perfecto, ropa bien conjuntada, sonriendo a su marido.
Él rápidamente se acercó, le dio un beso, sonrió y le dio una leve palmadita en el trasero… - “ Luego hablamos tú y yo… Ya me entiendes…” - Dijo el hombre con seguridad.
Y se fue al dormitorio. Con paso triunfante. Erguido cual guerrero después de ganar la batalla definitiva. Se despojó de sus ropas, se puso más cómodo y pidió beber (sí, cerveza, has acertado)

Día: Charli
Hora: anterior a la Zulú Eco

Ella había llegado pronto. No había tráfico y los niños salieron puntuales del colegio. Agotada del duro día de trabajo, se dispuso a hacer algo de cena y a recoger chismes y juguetes que llevaban días tirados. No tuvo tiempo de hacer mucho más. Los críos no paraban de correr y molestar, y lo peor de todo es que lo hacen siempre donde uno está. Que te vas al salón… allí están. Que te vas a la cocina… Allí van. Que te vas al baño… allí se sientan, mirándote mientras tú haces pis…
Sin tiempo para más, mientras ibas por el pasillo oíste cómo se abría la puerta. Te paraste a ver quién era (aunque sabías perfectamente quién era, no puede ser más que una persona…)
Y aparece él, sonriente y despreocupado. Se para y ves cómo te mira y te sonríe… - “¿¿¿Y este qué hace mirándome fijamente de arriba abajo???” “¿¿¿Pero qué mosca le ha picado??? Si llevo la ropa sucia de los niños, el rímel corrido, un pijama 2 tallas más grande y un batín de guatiné!!! ¡¡¡Este es tonto!!! De repente se te acerca y te susurra al oído – “Luego hablamos tú y yo… Ya me entiendes…”
Ves como se dirige al dormitorio y sigues pensando. – “¿Pero que leches me ha dicho?  Míralo como anda. Parece que acaba de ganar la guerra. ¡¡¡Anda!! Ya me la monto! Ya dejó la ropa tirada en la cama. ¡¡¡Oye!!! ¡¡¡Que no hay manera con este hombre!!!”

- “¡Qué, cariño! ¿Ya tienes todo hecho?” Dijiste con voz sarcástica.
-- “Dime, amor. No te escuché. Me voy a tomar algo que vengo agotado”
- “Y los demás, ¿no estamos agotados?” Volviste a decir, con voz ya no sarcástica…
-- “Bueno chica, no sé. Tampoco hay que ponerse así. Solo es una cerveza.” Dijo el guerrero.
- “Y yo, ¿me he tomado algo desde que he llegado? ¿Acaso me he sentado a no hacer nada? Habrá que recoger y hacer las.” Respondiste… “Distas mucho de ser el Marido Perfecto”.

Ufff. Eso duele. La miraste algo molesto. Pero cuando ibas a meter la pata diciendo alguna barbaridad, te diste cuenta, al verla, de que llevaba algo en las mano y de que ya no llevaba ese vestido que tan bien le quedaba. – “¿Pero cuando se ha cambiado de ropa?”, pensaste.
-- “Niña, ¿que llevas puesto?”. Le dijiste algo extrañado
- EL TRAJE DE NOCHE!!! NO TE J***!!!
Ahí te diste cuenta de que la cerveza podía esperar y de que ya habías dicho la barbaridad esperada.
- “Vale cari, ya voy. Se te notaba en la voz que estabas un poco acoj*****”… - “Dime qué tengo que hacer”.
Mala respuesta, o mala contestación o mala pregunta… Elige lo que quieras.
- “¿Cómo que qué tienes que hacer? ¿Acaso soy tu madre? Tú verás. Habrá que bañar a los niños, recoger la ropa, poner alguna lavadora, terminar de preparar la cena, poner la mesa, preparar mochilas de mañana…”
Ay ay ay…. Si hubieras estado atento a los capítulos anteriores en vez de tomar cervecitas…..

Te aconsejo que “ayudes” en lo que te queda de noche. No discutas. Ya sabes poner lavadoras. Seguro que sabes poner la mesa y seguro que sabes preparar lo del día siguiente. Y si no, pregunta a los niños que seguramente sepan más que tú… Y los niños casi casi ya se bañan solos…

¡¡¡Madre, madre, madre!!! ¿¿¿Que voy a hacer contigo???

En capítulos siguientes, te enseñaré a llevar la rutina diaria. No duele, no cansa, y encima te dará tiempo a tomar tu cervecita…


Ah! Y recuerda: procura no hablar con tu mujer esta noche de lo que tú y yo sabemos, no vaya a ser que duermas en la caseta del perro…

El Sr. Marqués, maridín


IG: @elsenormarques

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